Hoy traigo a ustedes las 33 citas del Libro El evangelio: Cómo la iglesia refleja la hermosura de Cristo de Ray Ortlund y el ministerio 9 Marks. El libro tiene bastante para aportar en cuanto a la forma en que las iglesias debemos proclamar el evangelio y vivir el evangelio (cultura del evangelio) centrados siempre, de palabra y de hecho, en la persona de Cristo.
- El evangelio no es ley, que requiere que nos ganemos algo. El evangelio es un anuncio de bienvenida, que declara que Jesús lo pagó todo.
- Dios mediante la vida perfecta, la muerte expiatoria, y la resurrección corporal de Jesucristo, rescata a todo su pueblo de la ira de Dios, para tener paz con él, con la promesa de una restauración completa de su orden creado para siempre; todo para la alabanza de la gloria de su gracia.
- Una iglesia con la verdad del evangelio en su teología puede producir lo opuesto del evangelio en su práctica. El Señor resucitado le dijo a una de sus iglesias, «Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo».
- Así que la prueba de una iglesia centrada en el evangelio es su doctrina sobre el papel más su cultura en la práctica (vivencia del evangelio); «una demostración en la vida de que este énfasis escritural correcto y vital, satisface las necesidades genuinas y las aspiraciones de los hombres». Si la cultura del evangelio de una iglesia se ha perdido -o nunca fue construida- el único remedio se encuentra a los pies de Cristo.
- La necesidad de nuestros tiempos es nada menos que la recristianización de nuestras iglesias, solo según el evangelio, tanto en doctrina como en cultura, por Cristo mismo.
- Cualquier iglesia de cualquier denominación que se quede corta con respecto al evangelio de Cristo, ya sea en doctrina o cultura, colapsará inevitablemente bajo las extremas presiones de nuestros tiempos…Solo personas en una condición resucitada van a impactar en esta sociedad.
- La doctrina del evangelio crea una cultura del evangelio. La doctrina de la gracia crea una cultura de la gracia. Cuando la doctrina es clara y la cultura es hermosa, esa iglesia será poderosa. Pero no existen atajos para lograr esto. Sin la doctrina, la cultura será débil. Sin la cultura, la doctrina parecerá no tener sentido.
- La verdad sin gracia es dura y desagradable. La gracia sin verdad es sentimentalismo y cobardía. El Cristo que vive está lleno de gracia y verdad. Por tanto, no podemos representarlo dentro de los límites de nuestras propias personalidades y trasfondos.
- La renovación de nuestras iglesias comienza en lo profundo de cada uno de nosotros, al ser nosotros mismos renovados en el evangelio.
- A medida que crecemos en ver a Dios más claramente, también creceremos en vernos a nosotros mismos más claramente. Juan dice: «Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas».
- Jesús es único. No hay otro como él. Por tanto, él es irreemplazable. No hay otro Salvador. El mundo no tiene otra esperanza. Nadie más va a venir del cielo para rescatarnos. Se trata del único Hijo de Dios, o la desesperación ahora, y la condenación para siempre.
- Cuando creo en Cristo, dejo de esconderme y de resistirme. Entrego mi autonomía. En respuesta a la buena noticia de todo lo que Jesús ha hecho, me lanzo a él como mi única esperanza. Quiero ser realmente perdonado de mis pecados reales por un Salvador real.
- Somos justificados gratuitamente, por causa de Cristo, por la fe, sin nuestros propios esfuerzos, méritos u obras. La respuesta confesional a la vieja pregunta: «¿Qué debo hacer para ser salvo?» es impactante: «¡Nada! Solo quédate quieto; cállate y escucha por una vez en tu vida lo que el Dios todopoderoso, creador y redentor, le está diciendo a su mundo -a ti- en la muerte y resurrección de su Hijo. ¡Escucha y cree!».
- La vida eterna está disponible ahora mismo para los pecadores merecedores del infierno, los cuales son amados grandemente por el glorioso Dios que ha dado a su único Hijo. Lo único que pide es que respondamos a esa buena noticia dejando de mirarnos a nosotros mismos para recibir a Cristo con las manos vacías de la fe.
- La doctrina y la cultura del evangelio no coexisten por mera casualidad. La doctrina crea y sustenta a la cultura. Nuestra forma de vivir juntos en nuestras iglesias es el resultado de lo que creemos juntamente.
- Sufrimos y crecemos estando juntos. Estando juntos alabamos, crecemos y servimos, conforme a la Palabra de Dios. Esto es tu iglesia; la zona cero de un nuevo tipo de comunidad que Cristo está creando en el mundo hoy para mostrar su gloria. Esto es una cultura del evangelio.
- Nosotros no arruinamos el plan de Dios; nosotros somos su plan, su plan eterno para amar a los que no lo merecen, para mostrar su gloria. Conforme a su amoroso plan, Cristo se dio a sí mismo por su Iglesia en la cruz.
- El evangelio no es la historia de Cristo amando a una novia pura que le ama; es la historia del amor de Cristo por una prostituta que piensa que él no tiene nada que ofrecer y continúa entregándose a los demás. Es por ello que toda iglesia apartada para Cristo sigue necesitando una limpieza tan profunda que debe de venir de lo alto a través del ministerio continuo de la palabra.
- Una nueva cultura de santidad al Señor brota de lo profundo; de corazones que son refrescados en el amor de Cristo, que se han entregado solo a él.
- Su santidad se empieza a mostrar, solo por su milagroso poder, en nuestra debilidad y corrupción. De esta forma, las personas pueden ver su hermosura en el mundo hoy; en iglesias agraciadas con santidad.
- La resurrección de nuestro Señor nos ofrece un destello, en un hombre, de la futura raza humana redimida. Jesús resucitado es el segundo Adán, un nuevo comienzo. Y quienes somos creyentes, compartimos ahora su novedad de vida: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es»(2 Co 5:17).
- Estaremos en su presencia no porque hayamos vencido a nuestro pecado o porque nos hayamos mejorado a nosotros mismos, sino porque Cristo tomó sobre sí todo nuestro pecado y tristeza, a la vez que nos dio sus dulces e infinitas misericordias.
- ¡Oh, cómo deberíamos entonces odiar el evangelio de la prosperidad y de su promesa de riqueza terrenal por encima y sobre Jesús! Ese falso evangelio insulta a Dios, poniéndolo como algo de segunda clase, como un útil trampolín hacia un trabajo mejor o una casa más grande. El evangelio de la prosperidad también nos roba, alejando nuestros corazones del único gozo para el que fuimos creados; Dios mismo.
- Si no mostramos la belleza de Cristo en la manera en que nos tratamos los unos a los otros, entonces, a los ojos del mundo y a los ojos de nuestros propios hijos, estamos destruyendo la verdad que proclamamos.
- La casa de Dios debe ofrecer una alternativa clara y hermosa a la locura de este mundo. En nuestras iglesias, Dios nos llama a alcanzar algo mejor que lo que muchos de nosotros hemos experimentado.
- Cuando el evangelio de la gracia de Cristo define tanto la doctrina como la cultura de una iglesia, sus miembros pueden confesar de manera segura el pecado y abandonarlo. Incluso los pecadores «extremos» son maravillosamente perdonados y liberados.
- La única verdad que durará más que el universo, la única verdad que puede ayudar ahora mismo a los pecadores y sufrientes, merece ser claramente exhibida. No debemos permitir que nada en nuestras iglesias compita con la gran notoriedad del evangelio.
- Por eso nos reunimos, para encarnar juntos la verdad del evangelio, para que la gente se interese por él. Como pilares y baluartes de la verdad, nuestras iglesias son el Plan A de Dios para la redención del mundo, y él no tiene ningún Plan B.
- El poder del evangelio crea algo totalmente diferente en el mundo de hoy. Crea iglesias que, tomándolo prestado de John Piper, exaltan a Dios, admiran a Cristo, están llenas del Espíritu, disfrutan de la Biblia, predican la gracia, desafían a las comodidades, abrazan la cruz, asumen riesgos, crucifican el egoísmo, silencian el chisme, están saturadas de oración, piensan en el futuro, se proyectan hacia afuera, y son bellas congregaciones humanas donde los indignos prosperan.
- Este es el propósito de la doctrina del evangelio: mostrar a personas débiles e indignas como nosotros una imagen de Cristo en su gracia y gloria . Le perdemos de vista rápidamente, ¿no es así? Todos necesitamos ser expuestos frecuentemente a sus buenas noticias que prevalecen.
- Un comentarista escribió: «Nada deleita más el corazón de Dios que la predicación del evangelio de Cristo».
- Hoy en día, es raro ver una pasión por la oración como la esencia del ministerio del evangelio. Pero también creo que es fútil forzar a la gente a orar. Nada dará más resultado que un arranque de entusiasmo pero pronto desaparecerá. Conozco tan solo un método infalible para hacer que la iglesia ore, y siga orando, a fin de que el poder de Dios descienda: debemos fracasar. Necesitamos fracasar tan terriblemente, y tan obviamente, que lleguemos a darnos cuenta de cuán confiados estamos en nosotros mismos y no en Dios. Necesitamos quedar conmocionados por el colapso de nuestros mejores métodos. Pero bendito desastre catastrófico, con toda su miseria y vergüenza, ¡si este nos lleva de nuevo a Dios!.
- Si de manera notable fallamos en amarnos los unos a los otros, cuando deberíamos parecernos a Jesús, entonces el mundo tiene el derecho a concluir que no sabemos nada de él. Podrían estar equivocados. Podríamos ser verdaderamente cristianos. Pero el mundo acierta al considerar a los cristianos que no aman como no cristianos. El mismo Jesús les dio ese derecho.
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Dios les bendiga.
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